Sunday, September 24, 2006

La ventana

Hoy volví a pasar por esa esquina. Esa que está tan solo a un par de cuadras de mi casa.
A simple vista parecería que no tiene nada de especial. Nada que la distinga de las otras miles de esquinas que hay en el barrio, salvo por que allí, en esa precisa esquina, hay una casa. Y no es que esa casa sea especial tampoco, pero hay algo en ella que siempre llama la atención, cada vez que uno pasa por ahí. Y eso que es tan llamativo y tan precioso es un árbol.
Un árbol de hojas cada vez más verdes y esas frutitas chiquitas y rojas que nunca sé como se llaman, pero que me gustan tanto.
Uno podrá pensar que un árbol en el patio de una casa, es algo totalmente normal. Y yo coincidiría, si no fuera por lo que descubrí después de pasar por ahí y observar atentamente durante mucho tiempo.
Ahí detrás, justo detrás del árbol de frutas rojas, con ese olor a verano que siempre tiene el jardín recién regado, descubrí una ventana.
Una ventana siempre abierta, incluso los peores días de crudo invierno.

Pasaba siempre, todos los días... y cada día que pasaba me intrigaba más saber a quien le pertenecía aquello que para mi era mágico y atractivo: una ventana escondida por un árbol con olor a verano.
Me generaba una mezcla de intriga y ansiedad por un lado, y de misterio por el otro, donde uno no sabe si lo que quiere es enterarse de todo, o imaginarse lo que a uno le viene en gana por un rato mas de tiempo.
De cualquier modo, un día ganó la curiosidad (como creo que siempre ocurre en estos casos) y decidí pararme a esperar (vaya uno a saber qué cosa) durante unas cuantas horas en la vereda de enfrente.
La ventana...
Lamentablemente, por mucho que duró mi espera, no pasó nada... nada de nada absolutamente.
La vereda seguía vacía... la ventana seguía abierta... el árbol seguía manteniendo en silencio el secreto que tan bien se empeñaba en esconder.
Bien, a partir de ese momento pasé por ahí todos los días.
Todos y cada uno de los días era la misma escena. Caminar rápido todas las cuadras que separaban mi casa de esa esquina. Llegar, y pasar caminando todo lo despacio que permitieran mis piernas (sin detenerse) para poder prolongar ese momento frente a la ventana lo mas posible.

Un día, te vi.
En un principio confieso que me asusté, y un poco me sentí invadida.
Parecerá extraño pero hasta ese momento, yo sentía que esa ventana cubierta por las hojas de ese árbol me pertenecían, eran solamente míos.
De cualquier manera esa sensación desapareció. Porque después te vi. Te vi bien... claro. Y entonces pensé que no me importaba compartir todas esas cosas (tus cosas) con vos.

Nunca te hablé, jamás te pregunté si te molestaba que una vez por día, a cualquier hora, pasara por tu ventana y me sentara en la vereda de enfrente durante horas a mirarte la vida.
Nunca mantuvimos más contacto que un guiño cómplice y una mirada sutil durante unos minutos. Nunca mas que eso... y sin embargo, todo.

7 Comments:

Blogger Cassiopeia said...

se nos olvida demasiado seguido lo importante que es conocer una ventana siempre abierta, escondida por un arbol con olor a verano... demasiado seguido...

7:43 PM  
Blogger Ezequiel Wolf said...

Mi ventana

Abré tu cuerpo y me llenaré de luz
hueles el aire y huyes
los pétalos marcan el tiempo
y las lágrimas golpean el cielo
en esa ventana
el olor a verano y el sol
la tierra ardía como el fuego en tus ojos

12:02 AM  
Anonymous Anonymous said...

Me encanta lo que estas escribiendo nu, de verdad...y me enctanta que te ponga contenta hacerlo.....besitos y nos vemos el finde.
Ta

10:16 AM  
Blogger Leo Moreno said...

que misterio....
tras la ventana puede haber tantas cosas...solo es cuestion de asomarse y mirar..

12:38 PM  
Anonymous Anonymous said...

Ojala pudieramos mirarnos como a traves de una ventana abierta. Ojala pudieramos abrir nuestra alma a la mirada del que nos ama como si fuera una ventana abierta, sin temor a que nos hieran, sin sentirnos vulnerables.
Te quiero hija, mami

12:51 PM  
Blogger · said...

sentarse a mirar la vida... si. como una ventana de uno mismo por la que saltar de si, con la primera persona singular de uno e irse por las tardes y las noches en busca de ese otro proximo projimo que es a la vez testigo y espia de lo propio.

tengo mi ventana abierta de par en par con panes recien horneados. en mi dintel habita el mundo, y la mar, descarado el, se derrama entero sobre la costa criminal asesina de olas que me aloja.

entonces, por que no pasa por mi esquina un dia y nos lleva de paseo a robar sortijas de calestias de luz?

1:03 PM  
Anonymous Anonymous said...

me encanto

1:02 PM  

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